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Hace unos meses sufrí un accidente de moto que me mantuvo alejado de mi profesión y a la vuelta al ruedo, el tiempo no me ha sobrado para poder escribir, así que os pido perdón por este tiempo de inactividad bloguera.

El caso es que aprovechando lo sufrido me gustaría compartir con vosotros la odisea que supone tener un accidente, como en mi caso.

Hoy para empezar, el tema de la sanidad, que ya de por si sabes que es bastante penoso por lo que puedes leer o escuchar y nunca llegas a imaginar cuanto hasta que te toca sufrirlo a ti. En mi caso tras sufrir el accidente, te quedas esperando a que una ambulancia venga rápido a socorrerte y se personifiquen las fuerzas de la autoridad para poder ayudar en lo necesario.

Esto es un punto positivo a favor de ellos ya que los servicios de emergencia se personificaron en menos de 10 minutos y empezaron a atenderme en el suelo con mantas térmicas y preguntas para poder ayudar en lo necesario.

Por cierto un breve inciso con esto, porque las mantas que usaron en mi caso no era mas que una sabana de plástico para envolver regalos en navidad, al menos ese era el efecto visual de dicho papel, dorado por una cara y plateado por la otra, me sentí como un regalo envuelto con esmero esperando bajo el árbol a ser abierto por un niño en Navidad. Como primer impacto, fenomenal, sobretodo por lo de “térmica”, he visto papel albal que da mucho más calor que eso. Tampoco pude dejar de imaginar que ese mismo rectángulo brillante es el que usan para tapar a los muertos, por lo que la imagen de estar tirado en el suelo y cubierto con ello, me acojono bastante la verdad.

Volviendo al tema, al cabo de unos minutos vinieron dos ambulancias y me hicieron las preguntas de rigor así como un examen rápido sobre lesiones, hasta aquí todo bien.

El traslado al hospital más cercano sin sobresaltos, pero todo empieza a ir cuesta abajo al llegar al mismo. Para empezar debes volver a pasar por un cuestionario que ya te han hecho en la ambulancia, pero parece ser que les da pereza leer y te lo vuelven  preguntar todo, total para nada porque luego van a la suya. Por lo que entendí al ver sus reacciones ya tienen una operativa a seguir en cada caso, como si de un teleoperador de Internet se tratara, solo que en persona. Punto negativo.

Siguiendo su guión me inyectan un calmante para el dolor aun cuando repetí en varias ocasiones que no hacia falta, aun así, pinchazo al canto y encima en la cadera, me hizo mas daño eso que lo que ya tenia y encima el dolor persistió creando un moretón considerable en la zona que me acompaño casi 3 semanas. La sutileza de la enfermera me ha hecho pensar en la teoría de que llevaba unos guantes de esparto en el momento de la inyección. Punto negativo.

Tras ello se disponen a desnudarme, algo lógico, te ponen un camisón de los que crees que solo existen en las películas donde se te queda literalmente toda la parte trasera al aire, al estar tumbado en la camilla no hacen mas que echártelo por encima y ya. Te apartan en la camilla a un lado de una sala y ahí te quedas hasta que haya personal que te pueda atender. Así, me pasé 2 horas aproximadamente, con un collarín cervical que me estaba destrozando aun más y el camisón que no hacia nada más que tapar porque me estaba helando literalmente con la refrigeración que tenían puesta a las 2 de la mañana. Punto negativo.

En ese estado viene mi familia, asustados por lo que les han contado, no les dicen como estoy, simplemente que he tenido un accidente de moto y estoy allí. Obviamente la preocupación es mayor al no saber nada sobre el estado de la persona que esta hospitalizada. Aquí la calidad humana brilla por su ausencia. Punto negativo.

Estoy 2 largas horas, en las que veo ir y venir a las únicas personas que te atienden, enfermeros y médicos recién salidos de sus estudios que no superan las treintena, que se dedican a decir a todo el mundo que no hay personal y hacen lo que pueden, pero que cada 30-40 minutos de reloj salen en grupito a fumar a la calle con una rebequita mientras son abordados por familiares y enfermos que están realmente graves. Aquí recuerdo una niña de unos 8 añitos que no paraba de gritar y llorar de dolor y que estaba en una camilla en el pasillo desde las siete de la tarde, ya era casi la una de la mañana. Luego resultó que la teníasn que operar de urgencia ya que se dieron cuenta que era realmente grave. Impresionante punto negativo.

Tras dos horas deciden que ya pueden hacer unas radiografías para ver si tengo algo, te llevan a una sala donde hay 3 personas para hacer 4 fotos, uno que le da al botón y los otros 2 que se quedan mirando con cara interesante como si estuvieran viendo un neurocirujano operando, se nota que es España, uno curra y los otros miran, luego dicen que falta personal y que por eso van tan lentos. Hacen las radiografías de las zonas que les da la gana, se dejan algunas zonas que ya he informado, pero no es necesario porque no creen que haya nada. Punto negativo.

Vuelta a la cámara frigorífica en camisón a esperar otra hora más, entonces viene lo mejor, el sistema informático no funciona y no pueden compartir las radiografías por el ordenador, ni redactar informes. Se han dado cuenta a la hora de haberlas hecho, eso es rapidez. Nos dicen excusas varias que yo como informático se que nos están tomando el pelo, con excusas que se inventan sin sentido para salir del paso arguyendo un error informático. Tampoco pueden imprimirlas porque cuestan mucho dinero… ¿Solución? Van a repetir las radiografías y a redactar todo el informe a mano. Repiten el proceso y la enfermera redacta a bolígrafo en una hoja el informe tan escueto como puede, sin detalles ni nada, además con una letra ininteligible. Punto negativo.

Finalmente tras casi 4 horas en el hospital y sin casi poder moverme, me mandan a casa, con un informe penoso a mano, sin radiografías, sin soluciones, sin ayuda mas que la de mis propios familiares y con una simple receta de Ibuprofeno… IBUPROFENO!!!

 

Ole, ole y ole, viva la sanidad de este país. Punto negativo.